lunes, 30 de enero de 2012

Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres) 16*

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Antesala de oficina de Emilio. Dos sillones. En uno de ellos, está sentado el Comisario.

Comisario: Si fuera por mí, esta obra ya habría terminado. Pero todavía quedan algunos detalles. Es otro día. U otra noche. No, no: es de día.

Pausa.

Comisario: De fondo, se escucha en un volumen bajo una bella canción popular.

Pausa.

Comisario: ¡La canción, carajo!

Se escucha, de fondo, la canción "Un muchacho como yo". El Comisario canturrea.

Comisario: Un muchacho como yo... Lara-lara-larala...

Entra Roberto.

Roberto: Permiso.

Pausa.

Roberto: Buenas tardes.

Comisario: Me saco los lentes oscuros y lo miro... No puedo creer que haya venido. Qué tipo más pelotudo, mi dios.

Ah, qué tal...

Pausa.

Comisario: Lindo día, ¿no?

Roberto: Está lloviendo.

Comisario: ¿Y con eso qué?

Pausa.

Comisario: Usted era músico, ¿no?

Roberto: Soy.

Pausa.

Comisario: Lindo piano el de allá.

Roberto: Sí. Es mío.

Comisario: No creo. Ese piano es de la nación.

Pausa.

Comisario: Como dice el señor Ordóñez: la nación es un organismo que debe ser sanado.

Roberto: ¿Y entonces?

Comisario: ¿Entonces qué?

Roberto: Que no encuentro la relación entre una cosa y otra.

Comisario: ¿Y con eso qué?

Silencio prolongado.

Comisario: Ahí sale el Señor Ordóñez y le explica.

Sale Ordóñez de la oficina de Emilio. Lleva puesto el traje de Emilio, que le queda algo grande.

Ordóñez: ¡Usted! ¡Qué sorpresa!

Comisario: Le queda pintado, señor.

Ordóñez se acomoda el saco.

Ordóñez: ¿Vio? Es la percha.

Ordóñez y el Comisario se ríen.

Ordóñez: Usted vaya para adentro que van a necesitar ayuda.

Comisario: Sí, señor.

El comisario sale. Se mete en la oficina.

Ordóñez: Pensamos que no íbamos a verlo nunca más.

Roberto: ¿Emilio no llegó?

Ordóñez: ¡Sotelo! ¡Escuchate ésta!

Sale Sotelo de la oficina.

Sotelo: Cayó piedra.

Roberto: ¿Dónde está Emilio? ¿No llegó?

Ordóñez: Hubo algunos cambios, ¿sabe?

Sotelo: No nos gustaba ese Bolaños.

Ordóñez: Nunca nos gustó en realidad.

Sotelo: Yo le dije que me daba mala espina.

Ordóñez: Lo que pasa que a esos es mejor tenerlos cerca. Para vigilarlos.

Roberto: ¿Le pasó algo?

Ordóñez: La nación es un cuerpo que debe ser sanado. La anomia terminó, Flores.

Sotelo: Eso.

Silencio prolongado.

Roberto: ¿Y mi piano?

Ordóñez: Olvídese, Flores. Mejor olvídese de todo.

Sotelo: Mírelo... Está pálido. Vaya. Corra a meterse debajo de la cama. ¡Puto!

Ordóñez: Estos tipos no sirven para nada. Ni para matarlos

Pausa.

Ordóñez: Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad.

Oscuridad.

-Continuará-

* Canciones… obtuvo la Primera Mención en el Concurso de obras inéditas de Teatro 2008 del Fondo Nacional de las Artes. Y busca Director.

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jueves, 26 de enero de 2012

Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres) 15*

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Antesala de la oficina de Emilio. El Comisario camina recogiendo papeles del suelo. Los mete en una bolsa de residuos negra.

Comisario: El malviviente, masculino de unos 30 años, duerme en el piso. Su aspecto desprolijo, su incipiente barba, podrían asociarlo a alguna de las organizaciones armadas que asolan nuestro país y que pretenden quedarse con todos los resortes del Estado. Mide aproximadamente un metro setenta y cinco y pesa unos 50 kilos.

Pausa.

Comisario: Todavía respira.

Se detiene. Anuda la bolsa. Sale. Entra Emilio.

Emilio: Duerme. Me acerco lentamente. Esta es la única vez que voy a acariciar su cabeza.

Pausa. Emilio se agacha cerca del cuerpo de Roberto. Le acaricia la cabeza.

Emilio: Podría tratar de explicarle. Pero no puedo explicar lo que no entiendo. Ya no.

Emilio se levanta y camina hasta el piano.

Emilio: Decido despertarlo con el sonido de su piano.

Emilio toca suavemente las teclas del piano. Se escucha una música básica tocada con un solo dedo. Roberto abre los ojos y se incorpora.

Roberto: ¡Emilio! ¡No te escuché entrar!

Pausa.

Emilio: Es gracioso. Sos la única persona que me sigue llamando Emilio.

Pausa.

Roberto: ¿Afuera es de día?

Emilio: Eso ya no importa.

Roberto recoge algunos de los papeles que quedan en el suelo.

Emilio: No hace falta que ordenes. Es suficiente, Roberto. Ya está. El chiste duró poco.

Pausa.

Roberto: ¿Vos estuviste llorando?

Emilio: Marchaban los lisiados, Roberto. Yo los vi. Los bajaron del micro, cerca del palco. Avanzaban en sus sillas de ruedas. Entre la gente. Iban. No cantaban nada, porque los habíamos dejado sin canción, ¿te acordás? Nada cantaban. Pero Iban.

Pausa.

Emilio: Y cuando empezaron los tiros… “¡Corran!” les decían… Hijos de puta. ¡Cómo iban a correr!

Pausa.

Emilio: Nadie escuchó el primer disparo. Era una nube espesa de gritos. Venían de arriba. Del palco. De los árboles. Cortaban la voz del tipo del micrófono. "¡Somos un pueblo maravilloso!", decía. Cómo duele entenderlo todo.

Pausa.

Emilio: Aullidos de corderos asustados. Miedo a morir. Y a saber.

Marchábamos todos a un altar vacío. A buscar un avión que no llegaría nunca. Este país es una trampa, Roberto.

Pausa.

Emilio: Ahora sabemos que todo terminó. Ya no hay nada que interpretar.

No hay teorías que puedan consolarnos.

Pausa.

Emilio: ¿Puedo fumar?

Roberto asiente. Emilio enciende un cigarrillo.

Emilio: ¿Pudiste hacer algo?

Roberto: No todo, claro.

Emilio: Claro.

Roberto: ¿Querés escuchar la de Sotelo y el otro?

Emilio: No, por favor. Es horrible.

Roberto: No quedó tan mal.

Emilio: Vos y yo sabemos que es horrible, Roberto.

Roberto: Es una mierda, es verdad.

Pausa.

Emilio: Bueno, dale: ya sabés lo que quiero escuchar. No queda mucho tiempo.

Pausa.

Roberto: Emilio...

Emilio: ¡Quiero escucharla, carajo!

Se escuchan los primeros cuatro compases de la introducción de una marcha.

Silencio.

Se escuchan los primeros cuatro compases de la introducción de una marcha.

Silencio.

Emilio: ¿Qué pasa? ¿Dónde está mi canción?

Pausa.

Roberto: No la tengo.

Emilio: Fue él. ¿Cuándo vino? ¿Hace mucho?

Roberto: No sé bien...

Pausa.

Emilio: Qué rápido vino...

Roberto: Me amenazó. Con un revólver.

Emilio: Manco hijo de puta. Asesino. Yo sabía.

Pausa.

Roberto: Emilio...

Emilio: Yo me tire en la zanja. Me hice el muerto.

Pausa.

Emilio: Escuché las descargas. Descargas de escopetas, Roberto. ¿Quién lleva escopetas a un procedimiento?

Pausa.

Emilio: Las balas te zumbaban como mosquitos.

Pausa.

Emilio: Nos iluminaban las luces de un camión. Lloviznaba. Creo que lloviznaba.

Pausa.

Emilio: Me quedé ahí abajo mucho tiempo. No sé cuánto. Tenía miedo de que me estuvieran esperando.

Pausa.

Emilio: Cuando me animé a salir, vi los cuerpos. Tirados en el pasto. Mojados. Fríos. Como los de hoy.

Roberto: Emilio se pone de rodillas y llora. No atino a hacer nada. Sólo tengo lástima. Tengo lástima de nosotros dos.

Silencio prolongado.

Emilio: Tenía algo para vos. Con todo esto casi me olvido.

Emilio busca en sus bolsillos. Saca una llave. Camina hacia la puerta de la oficina. La abre y entra. Sale llevando una percha con una funda para trajes.

Emilio: Esto era para vos. Te lo debía.

Se la da a Roberto que la mira. Abre lentamente el cierre de la funda. La funda cae y queda el traje en la percha.

Roberto: Es un traje.

Emilio: Un traje nuevo, Roberto.

Pausa.

Emilio: Y no te voy a pedir nada a cambio, no te preocupes.

Se miran. Silencio prolongado.

Roberto: Es lindo… Digo, por lo menos no está mordido por los perros.

Emilio: Creo que te va a ir bien. Lo mandé a hacer.

Pausa.

Emilio: Me gusta pensar que todo esto sirvió para algo…

Pausa.

Emilio: Ahora andate, Roberto. Ya no puedo controlar las cosas.

Roberto: Pero...

Emilio: Andate te digo.

Pausa.

Roberto: ¿Y mi piano?

Emilio: Olvidate del piano. Olvidate de todo.

Pausa.

Emilio: ¡Andate!

Entra el Comisario.

Comisario: Roberto sale. Emilio se levanta y se mete en su oficina. Oscuridad.

Oscuridad.

-Continuará-

* Canciones… obtuvo la Primera Mención en el Concurso de obras inéditas de Teatro 2008 del Fondo Nacional de las Artes. Y busca Director.

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martes, 24 de enero de 2012

Ezeiza

Ezeiza

Oscuridad.

Fragmentos de audio de los sucesos ocurridos en Ezeiza el 20 de junio de 1973. Noticieros, disparos, voces. Se superponen generando un griterío inentendible. Corridas.

Voz de hombre: ¡Corré! ¡Corré!

El sonido es cada vez más alto hasta volverse ensordecedor.

Silencio.

Con absoluta claridad se escucha un fragmento del discurso televisivo de Perón del 21 de junio de 1973.

Voz de Perón: Tenemos una revolución que realizar, pero para que ella sea válida ha de ser una construcción pacífica y sin que cueste la vida de un solo argentino. (…)

Es preciso volver a lo que en su hora fue el apotegma de nuestra creación: "de casa al trabajo y del trabajo a casa". Sólo el trabajo podrá redimirnos de los desatinos pasados.

Ordenemos primero nuestras cabezas y nuestros espíritus. (…)

Los Peronistas tenemos que retornar a la conducción de nuestro Movimiento. Ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo desde abajo o desde arriba. (…)

Los que ingenuamente piensan que pueden copar a nuestro Movimiento o tomar el poder que el Pueblo ha reconquistado se equivocan. Ninguna simulación o encubrimiento, por ingeniosos que sean, podrán engañar a un Pueblo que ha sufrido lo que el nuestro y que está animado por una firme voluntad de vencer. Por eso, deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales, que por ese camino van mal. (…)

A los enemigos, embozados, encubiertos o, disimulados, les aconsejo que cesen, en sus intentos, porque cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento.

Dios nos ayude, si somos capaces de ayudar a Dios.

-Continuará-

* Canciones… obtuvo la Primera Mención en el Concurso de obras inéditas de Teatro 2008 del Fondo Nacional de las Artes. Y busca Director.

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sábado, 21 de enero de 2012

Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres) 14*

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Antesala de la oficina de Emilio. Se escucha el piano de Roberto que toca "Un muchacho como yo". Ordóñez lo mira con una sonrisa en los labios.

Ordóñez: Ya falta poco. Muy poco.

Pausa.

Ordóñez: Tocá, pibe. Tocá que en cualquier momento se acaba toda la música.

Ordóñez camina hacia la puerta.

Ordóñez: No se preocupen. Esta porquería está por terminar.

Sale. Se escuchan los primeros cuatro compases de la introducción de una marcha.

Roberto: No... Así no... Mejor sería...

Se escuchan los primeros cuatro compases de la introducción de una marcha.

Roberto: No... Tampoco... Mejor así...

Se escuchan los primeros cuatro compases de la introducción de una marcha.

Roberto: ¿Así? No, no. Es otra cosa. Es esto...

Se escuchan los primeros cuatro compases de la introducción de una marcha.

Roberto canta.

Roberto: Mártires de la resistencia / que lucharon...

Entra Ordóñez.

Ordóñez: Buenas noches...

Pausa.

Ordóñez: ¡Dije Buenas noches!

Roberto: Hola... ¿Afuera es de noche?

Ordóñez: Claro. Por algo le digo buenas noches. ¿Qué clase de persona cree que soy? Tome. Le traje esto.

Pausa.

Ordóñez: Coma. Es un sándwich. O un sánguche, como dice Sotelo...

Mírenlo cómo come el desgraciado. Qué espectáculo. Se chupa los dedos manchados de grasa. Mastica sin parar. Tan apurado que ni se acuerda de hacerlo con la boca cerrada. Un asco. Este tipo nos da asco.

Está muerto de hambre. Más despacio. Se nos va a ahogar.

Pausa.

Ordóñez: No le traje servilleta. Pero usted tiene nuestro pañuelo.

Pausa.

Ordóñez: ¡Hable! ¡Diga algo! ¡Parece un animal!

Pausa. Gruñidos de Roberto.

Ordóñez: ¿Y? ¿Cómo va todo?

Pausa.

Ordóñez: Me alegro. Coma, coma...

Pausa.

Ordóñez: ¿Está bueno?

Roberto habla con la boca llena.

Roberto: Sí... Claro...

Ordóñez: Quería que me mostrara algo. Si no le molesta.

Roberto se limpia las manos con la tela de su pantalón.

Roberto: ¿La canción que le hizo Emilio? No llegué todavía...

Ordóñez: No, no... Que sea una sorpresa. Quiero ver la otra.

Roberto: ¿Cuál?

Ordóñez: Deme esa carpeta... Debe estar ahí... Dónde mierda está.

Roberto: ¿Cuál busca?

Ordóñez: Ah... Debe ser la que tiene apoyada ahí en el piano... Deme... Ésta necesito.

Roberto: Estoy justo trabajando en esa: "Mártires de la resistencia peronista".

Ordóñez: Un error. Me parece que es momento de mirar hacia delante, ¿no le parece?

Roberto: Dígaselo a Bolaños.

Ordóñez saca un revólver.

Roberto: ¡Guarde eso! ¿Qué hace?

Ordóñez: Martillo el arma. ¿Nunca vio martillar un arma?

Ordóñez acerca el arma a la cabeza de Roberto.

Roberto: ¡No lo haga, por favor!

Silencio prolongado.

Ordóñez: ¡Pum!

Pausa.

Ordóñez: Esta vez no hay bala... Pero no se abuse de nuestra generosidad, Flores.

Las cosas se están saliendo de madre otra vez. Ya decía yo que estos no aprenden. Mejor tiramos esta canción de porquería y le prendemos fuego.

Ordóñez hace un bollo con la canción. La tira en un tacho. Enciende un fósforo, lo acerca al tacho. Se prende fuego.

Ordóñez: Aprovechemos ahora, que el fuego todavía funciona.

Oscuridad

Oscuridad.

-Continuará-

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viernes, 20 de enero de 2012

Contra el texto “murmullo”

teclados
“Me presentan un texto, ese texto me aburre, se diría que murmura. El murmullo del texto es nada más que esa espuma del lenguaje que se forma bajo el efecto de una simple necesidad de escritura. Aquí no se está en la perversión sino en la demanda.
Escribiendo su texto, el escriba toma un lenguaje de bebé glotón: imperativo, automático, sin afecto, una mínima confusión de clics (esos fonemas lácteos que el maravilloso jesuita Van Ginnieken ubicaba entre la escritura y el lenguaje): son los movimientos de una succión sin objeto, de una indiferenciada oralidad separada de aquella que produce los placeres de la gastrosofía y del lenguaje.
Usted se dirige a mí para que yo lo lea, pero yo no soy para usted otra cosa que esa misma apelación; frente a sus ojos no soy el sustituto de nada, no tengo ninguna figura (apenas la de la Madre); no soy para usted ni un cuerpo, ni siquiera un objeto (cosa que me importaría poco en tanto no hay en mí un alma que reclama su reconocimiento), sino solamente un campo, un fondo de expansión.
Finalmente se podría decir que ese texto usted lo ha escrito fuera de todo goce y en conclusión ese texto-murmullo es un texto frígido, como lo es toda demanda antes de que se forme en ella el deseo, la neurosis.
(…)
El texto que usted escribe debe probarme que me desea. Esa prueba existe: es la escritura. La escritura es esto: la ciencia de los goces del lenguaje, su kamasutra (de esta ciencia no hay más que un tratado: la escritura misma).”

Roland Barthes, El placer del texto.

miércoles, 18 de enero de 2012

Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres) 13*

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Antesala de la oficina de Emilio.

Ordóñez: Esta escena transcurre en la antesala de la oficina del señor Bolaños. El reo está sentado al piano. Tal vez tenga algún golpe en el rostro, pero no puedo asegurarlo. Hay tan poca luz en estos lugares... Todo empieza en el momento en el que yo me arreglo la corbata.

¿Cómo estoy?

Sotelo: Impecable. Si no fuera por lo del bracito... Impecable.

Ordóñez: Son las nueve, debe estar por llegar. Es muy puntual.

Entra Emilio.

Ordóñez: Uno... Dos... Tres...

Roberto toca la introducción de una marcha. Sotelo y Ordóñez cantan.

Sotelo y Ordóñez:

Tu figura se agiganta con los años

y por eso te cantamos, Oh Bolaños...

Gran ejemplo de la patria y aledaños,

poseedor de un corazón de gran tamaño.

Eres líder de las masas desde antaño.

Somos parte graciaadió de ese rebaño

Al que guías con amor, Oh gran Bolaños.

Acordándote de cada cumpleaños.

Y si a veces merecemos tu regaño,

o que nos dejes encerrados en el baño,

no ignoramos son tus modos, gran Bolaños,

que aceptamos aunque parezcan extraños.

No deseamos provocarte un desengaño.

Ni verte trastabillar algún peldaño.

Porque eres poderoso, Oh bolaños.

Hombre fuerte como el hierro o el estaño.

Nada importa tu carácter tan huraño.

O saber que alguna vez pusiste un caño.

Pues seguro no habrá hecho ningún daño.

Porque eres casi un santo, Oh Bolaños.

Emilio: Es hermosa... La música es algo simplota, pero la letra...

Ordóñez: Está llorando, ¿quiere un pañuelo?

Emilio: Bueno, bueno... No estoy llorando.

Sotelo: ¿Pero le gustó, señor?

Ordóñez: Es lo que usted nos inspira.

Emilio: Reconozco ahí la mano de Ordóñez...

Ordóñez se mira la mano.

Emilio: Quiero decir... Sus ideas, Ordóñez.

Ordóñez: Le agradezco, señor.

Emilio: No es por desmerecerlo, Sotelo, pero si entre ustedes hay un artista, ese es Ordóñez.

Sotelo: Yo soy el bruto, ¿no?

Emilio: Sotelo, querido. Dame un abrazo. Vos sos el hombre común, el alma de nuestro movimiento. Sin la gente como vos esto no tiene sentido. Imaginate cómo sería un país donde toda la gente fuera como Flores...

Roberto: Yo quisiera ir al baño.

Ordóñez: No le alcanza con el piano. Quiere más. Así son.

Roberto: Pero estoy acá desde ayer a la tarde...

Emilio: Le damos todo, todo. Le damos el instrumento, le damos palabras, le damos nuestra casa, la casa del pueblo... Me lastimás, Roberto. ¿Qué más querés de nosotros? ¿Qué más querés?

Sotelo: Mear quiere...

Ordóñez: Eso es lo que le pasa a la gente que siempre tuvo todo en bandeja. Después no valoran nada.

Emilio: ¿Hiciste lo que te pedimos ayer por lo menos?

Sotelo: Ay, ay, ay...

Roberto: Tengo casi todo.

Emilio: ¿Cómo?

Pausa.

Emilio: ¿Escuché bien?

Pausa.

Emilio: ¿Qué quiere decir casi todo? ¿Qué te falta?

Roberto: Me faltaría "Niños de Perón"...

Emilio: ¡¡¡Niños de Perón!!! Justo "Niños de Perón"...

Roberto: Estaba intentando con un motivo infantil con aires de Mozart...

Ordóñez: Bla, bla, bla...

Emilio: ¡No nos vengas con boludeces de artista!

Roberto: Sí, pero yo...

Emilio: Si vos me hubieras dicho: "Emilio, sólo hice Niños de Perón”, yo lo hubiera entendido... ¿Cómo no empezaste por ahí?

Ordóñez: ¿Usted no sabe que los únicos niños son los privilegiados?

Pausa.

Ordóñez: ¿O era al revés?

Emilio: Vos no sabés cómo me estás lastimando, Roberto...

Ordóñez: Uno nunca termina de conocer a la gente.

Sotelo saca un revólver rápidamente.

Sotelo: ¿Lo matamos, señor?

Emilio: Tranquilo... Déjenme pensar que hacemos.

Silencio prolongado.

Emilio: Guarden sus armas: vamos a darle otra oportunidad.

Pausa.

Emilio: Acá traje más cosas para vos. Me terminás esa y agregás estas otras: "La marcha del sindicato de peones de taxi".

Ordóñez: Muy bien.

Emilio: "La madre peronista".

Ordóñez: Ah, una canción necesaria.

Emilio: Y "Héroes de la resistencia peronista".

Silencio prolongado. Ordóñez baja la cabeza. Sotelo se da vuelta.

Emilio: ¿Qué pasa? ¿No les gusta esa?

Pausa.

Emilio: A ver si les gusta esta: "Sotelo y Ordóñez: centinelas del mañana".

Ordóñez: Señor, Bolaños...

Sotelo: ¿Es para nosotros? ¿Nos hizo una canción a nosotros?

Ordóñez: Quiero verla, ¿puedo?

Emilio: No: que sea una sorpresa.

Pausa. Ordóñez se seca las lágrimas.

Emilio: ¿Qué le pasa, Ordóñez? Vamos...

Ordóñez: Usted es tan generoso, Doctor...

Emilio: Roberto, ¿alguna duda?

Roberto: Sí... ¿Dónde hay un baño? No aguanto más.

Sotelo: Pero qué hijo de puta desagradecido.

Emilio: Sotelo, ¿y la generosidad del Movimiento? ¡Una venda!

Pausa.

Emilio: Aunque sea deme su pañuelo, Ordóñez. Hay que vendarle los ojos al invitado.

Roberto: ¿Qué hay? ¿Van a fusilarme?

Emilio: No, Robertito. Es que tenés que pasar por mi oficina.

Roberto: ¿Y qué hay ahí?

Emilio: ¿Querés saber lo que hay en mi oficina o querés ir al baño?

Roberto: Al baño, por favor...

Emilio le venda los ojos a Roberto.

Emilio: Sotelo, acompáñelo.

Sotelo y Roberto atraviesan la puerta de la oficina. Ordóñez toca torpemente el piano.

Emilio: Che, Ordóñez, ¿te jode si te pregunto algo?

Ordóñez: Lo que quiera, señor.

Emilio: ¿Cómo fue?

Ordóñez: ¿Qué cosa?

Emilio: Lo del...

Ordóñez: Lo del brazo... Un accidente. Con una escopeta, señor.

Pausa.

Emilio: ¿Y qué andaba haciendo?

Ordóñez: Cazaba.

Pausa.

Emilio: Hay que tener cuidado con esas cosas.

Ordóñez: Ya lo creo, señor.

Pausa.

Emilio: ¿Y qué cazaba?

Silencio.

Ordóñez: Qué cazaba...

Emilio: Está transpirando. ¿Quiere un pañuelo?

Ordóñez: Es que lo usó para...

Pausa.

Ordóñez: Cómo tardan.

Emilio levanta la voz.

Emilio: ¡Qué cazaban, carajo!

Ordóñez: Perdices, señor. Perdices...

Silencio. Emilio lo toma a Ordóñez del cuello. Ordóñez, que no se defiende, va flexionando sus piernas hasta quedar de rodillas. Se escucha el ruido del desagüe.

Ordóñez: La cadena... Parece que terminaron... Me está ahogando, señor.

Emilio lo suelta. Ordóñez respira con dificultad. Tose.

Emilio: Nunca se olvide de la generosidad del Movimiento, Ordóñez.

Ordóñez: Nunca, señor.

Vuelven Sotelo y Roberto.

Sotelo: ¡Hizo de todo el guacho!

Emilio: ¿Mejor?

Roberto asiente con la cabeza.

Sotelo: ¿Le saco la venda?

Emilio: No. Deje, Sotelo. Lo hago yo.

Emilio se acerca hasta donde está parado Roberto. Lo mira. Acerca lentamente su mano a la cabeza de Roberto. Se la toca. Le besa la frente. Le saca la venda. Se miran.

Emilio: No me mires así, Roberto.

Pausa.

Emilio: Por favor...

Roberto baja la vista. Emilio le pone el pañuelo en la mano y le aprieta el puño.

Emilio: ¿Mejor?

Roberto: Sí, sí... Gracias.

Emilio: Entonces vamos a dejar al compañero artista que haga lo suyo.

Sotelo: ¿Nosotros nos vamos?

Emilio: Nos vamos.

Sotelo: ¿Nos podemos tomar el día?

Ordóñez: Un día peronista.

Roberto: ¿A qué hora vuelven?

Ordóñez se acerca a Roberto y le toma la muñeca izquierda.

Ordóñez: Deme su reloj... Para usted no hay horas.

Roberto se saca el reloj y se lo da a Ordóñez.

Emilio: Sólo el tiempo de la creación, Roberto.

Ordóñez: Oscuridad.

Emilio se queda mirando a Ordóñez.

Oscuridad.

-Continuará-

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domingo, 15 de enero de 2012

Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres) 12*

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Antesala de la oficina de Emilio. Roberto sentado al piano. Se escuchan los primeros cuatro compases de la introducción de una marcha.

Roberto: No... Así no... Mejor sería...

Se escuchan los primeros cuatro compases de la introducción de una marcha.

Roberto: No... Tampoco... Mejor así...

Se escuchan los primeros cuatro compases de la introducción de una marcha.

Roberto: ¿Así? No, no. Es otra cosa. Es esto...

Se escuchan los primeros cuatro compases de la introducción de una marcha. Canta.

Roberto: Febril será tu lucha / compañero soldador...

Pausa.

Roberto: Puta madre, es horrible.

Pausa.

Roberto: Necesito un baño. ¿Dónde habrá? ¿Será por acá? Esta puerta no abre.

Roberto forcejea el picaporte de la puerta de la oficina de Emilio. Por la puerta de calle entran Sotelo y Ordóñez.

Sotelo: Buenas, buenas...

Ordóñez: ¿Al amigo se le perdió algo? Póngase la camisa, asqueroso.

Sotelo: El pianito está ahí, ¿eh?

Roberto: Buscaba el baño.

Ordóñez: ¡El baño!

Sotelo: Y yo que pensé que los artistas no meaban.

Ordóñez: Acá, las únicas necesidades que se atienden son las del pueblo.

Roberto: Pero hace tanto que estoy acá.

Ordóñez: Bueno, me parece que el pianito de la abuela va a volver al depósito.

Sotelo: Le digo que es buena madera, Ordóñez. Los compañeros del sur van a estar agradecidos.

Ordóñez: Una pena, estuvo tan cerca de llevárselo.

Roberto: ¿De qué hablan? Tengo casi todo lo que me pidieron.

Ordóñez: Ay... Ay ese "casi" no me gusta nada.

Sotelo: ¿Cómo "casi"? ¿Cuánto tiempo necesita para hacer unas musiquitas de mierda? ¿Quién se cree que es? ¿Chopín?

Roberto: Era mucho... Si me dan una hora más creo que llego.

Ordóñez: No, no... Hagamos algo mejor. Sotelo, deselá.

Sotelo le extiende un papel arrugado con una letra manuscrita.

Sotelo: Tome, a ver si es tan buen "artista".

Ordóñez: Podemos olvidar este triste episodio a cambio de un favor especial.

Sotelo: Muy especial.

Pausa.

Ordóñez: Oscuridad.

Oscuridad.

-Continuará-

* Canciones… obtuvo la Primera Mención en el Concurso de obras inéditas de Teatro 2008 del Fondo Nacional de las Artes. Y busca Director.

Canciones tristes 1

Canciones tristes 2

Canciones tristes 3

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Canciones tristes 7

Canciones tristes 8

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Canciones tristes 10

Canciones tristes 11

lunes, 2 de enero de 2012

Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres) 11*

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Oficina de Emilio. Entra Emilio. Se escucha a lo lejos la canción "Un muchacho como yo".

Emilio: Pasó un tiempo muy breve. Aunque es difícil saber qué es breve en este país. La misma antesala de la otra vez. En uno de los sillones, el Comisario. A lo lejos, la misma música triste. Por esa puerta va a entrar Roberto. Yo me voy.

Emilio se mete en su oficina y cierra la puerta. Se abre la puerta de calle. Entra Roberto.

Roberto: Buenas tardes.

Pausa.

Roberto: Buenas tardes.

Comisario: Ah, qué tal... Siéntese. Parece que hay para rato.

Roberto: Gracias.

Comisario: ¿Afuera es de día todavía?

Roberto: Sí.

Comisario: Mejor así.

Pausa.

Comisario: ¿Le gusta esta música?

Roberto: Y...

Comisario: Es alegre por lo menos... ¿Cómo no le gusta?

Roberto: Es algo básica, ¿no?

Comisario: ¿Por qué? Espliquemé.

Roberto: Bueno... Son gustos.

Comisario: ¿Usted es músico acaso?

Roberto: Era.

Pausa.

Comisario: Usted piensa que esto es una mierda, ¿no?

Roberto: No dije eso.

Comisario: Ustedes los artistas.

Pausa.

Comisario: Reconózcame que hay un mensaje positivo.

Pausa.

Comisario: A lo mejor la música es simplota, pero la letra...

Pausa.

Comisario: Como dice el señor Bolaños, para hacer rimar dos adverbios de modo hay que ser un poeta de la san puta...

Roberto: ¿Por qué? Siempre riman... Todos terminan igual, ¿o no?

Comisario: Ustedes los artistas...

Silencio prolongado.

Entra Emilio.

Emilio: ¡Robertito! ¡Hermano!

El comisario se pone de pie.

Comisario: Señor...

Emilio: Usted vaya para adentro que van a precisar ayuda.

Comisario: Sí, señor.

El Comisario entra en la oficina de Emilio.

Emilio: ¡Robertito! Venga un abrazo... ¡Qué sorpresa!

Roberto: ¿Sorpresa? Vos me mandaste llamar...

Emilio: Claro, mi viejo. Claro. Hoy es un gran día, Roberto. Lo logramos.

Pausa.

Emilio: Cuando aparece la solidaridad del pueblo argentino no hay empresas imposibles.

Roberto: ¿No?

Emilio: No, claro que no. No hay obstáculo capaz de detener el paso incontenible de un pueblo decidido a alcanzar sus ideales.

Pausa.

Roberto: Supongo que no.

Emilio: ¿Suponés? Hoy no te van a quedar dudas de eso, hermano. Porque hoy, ese mar de gente anónima que sostiene la patria decidió darle una mano... al compañero Roberto.

Roberto: ¿A mí?

Emilio: ¡Felicitaciones, Roberto! ¡Luz!

Un seguidor apunta hacia la puerta de la oficina.

Emilio: ¡Música, por favor!

Música emotiva de TV. Roberto mira buscando de dónde viene la música. Emilio habla como un conductor de TV.

Emilio: Sí, amigos. La emoción comienza a apoderarse de todos nosotros, ¿verdad que sí? Y es que estamos a punto de vivir un momento único, Roberto. Un momento que tus retinas van a atesorar por siempre. Pueden aplaudir si quieren.

Se escuchan unos pocos aplausos que vienen de la oficina de Emilio.

Emilio: Roberto, muy pronto va a abrirse esa pequeña puerta y vas a recibir una alegría incomparable. Una alegría como la que sólo nuestro movimiento te puede dar. Les voy a pedir a todos los presentes un muy fuerte aplauso para recibir a... ¡El piano de Roberto!

Se abre la puerta. Ingresa una plataforma con el piano. Junto a él: Sotelo, Ordóñez y el comisario.

Emilio: ¡Aquí está tu piano, Roberto! Ese piano con el que viviste tantas horas de creatividad, de arte, de talento sin par. ¡Más fuerte esos aplausos, señores!

Los tres hombres que entran con el piano aplauden. Ordóñez lo hace golpeando con su única mano el hombro opuesto.

Roberto: Emilio... Un piano...

Silencio.

Emilio: ¿Un piano? Un piano dice...

Pausa.

Emilio: No es un piano: es tu piano. ¡Tu piano, Roberto! ¡El piano de tu abuela!

Ordóñez: A lo mejor no lo reconoce porque le dimos una manito de barniz.

Emilio: Sí, Roberto. Podés arrodillarte ante él... Podés llorar si querés. No reprimas tus sentimientos que también es de hombres llorar. Vivimos tiempos de gran alegría...

Ordóñez, el Comisario y Sotelo lo rodean y cantan.

Sotelo, Ordóñez, Comisario: Porque es un buen compañero / Porque es un buen compañero / Porque es un buen compañero / Y nadie lo puede negar...

Aplauden. Roberto se levanta y lo abraza a Emilio.

Roberto: Gracias... Gracias, Emilio. Yo fui tan injusto con vos...

Sotelo: Con todos nosotros.

Ordóñez: Con el pueblo.

Roberto: Puede ser... Perdónenme... Gracias... Mil gracias...

Emilio lo separa. Roberto se seca las lágrimas. La música se detiene. Emilio abandona el tono televisivo para volver a su forma habitual.

Emilio: Momentito... Basta de agradecimientos: no es tan fácil la cosa.

Sotelo: Lindo el pianito de la abuela, ¿no? ¿Puedo acariciarlo?

Ordóñez: Déjelo que lo toque...

Roberto: Quiero tocarlo yo... ¿Puedo?

Ordóñez: No... Todavía no, Flores.

Emilio: Todo a su tiempo. Hay que negociar.

Pausa.

Roberto: ¿Negociar?

Emilio: Al pueblo le costó mucho conseguir este activo.

Sotelo: El pueblo necesita algo a cambio.

Ordóñez: El Movimiento te pide una contribución.

Pausa.

Roberto: ¿Una contribución? Está bien, supongo... ¿Entramos a la oficina?

Comisario: No, no.

Emilio: No. Ordóñez, Sotelo, Comisario: siéntense en los sillones. Vos sentate en la banqueta del piano, Roberto. Después de todo, también va a ser tuya.

Ordóñez: ¿Y usted, señor?

Emilio: Prefiero estar de pie. Siempre de pie.

Silencio prolongado.

Roberto: Ustedes dirán, entonces...

Emilio: El movimiento anda necesitando un artista como vos.

Sotelo: No tenemos.

Ordóñez: Tenemos pocos.

Sotelo: Pocos y malos.

Comisario: Malos.

Emilio: Necesitamos a alguien capaz de ponerle música a este momento único en la historia.

Sotelo: Una música de fondo.

Ordóñez: Una melodía.

Comisario: Algo lindo.

Sotelo: Alegre.

Ordóñez: Que nos emocione a todos.

Emilio: Estamos dispuestos a olvidar algunas cosas del pasado, a borrar antiguos rencores y a cobijarte en nuestro seno para que nos brindes tu talento.

Ordóñez: Bienvenido.

Sotelo: Sin rencores.

Silencio prolongado.

Roberto: ¿Puedo fumar?

Emilio, Sotelo, Ordóñez y Comisario: No.

Pausa.

Roberto: Bueno... No sé qué decir.

Emilio: No tenés que decir nada. ¿Qué vas a decir?

Ordóñez: Es momento de actuar.

Sotelo: De hacer.

Roberto: Sí, sí... ¿Pero qué? Concretamente... No me queda claro.

Emilio: Tenemos algunos pedidos para hacerte.

Ordóñez: Pedidos concretos.

Comisario: Músicas.

Emilio: Tengo un montón de palabras que necesitan ser cantadas.

Ordóñez: Letras sin música, ¿entiende?

Emilio: Supongo que te acordarás de esta carpeta, ¿no? Acá están todas las canciones: "La marcha de las enfermeras justicialistas", "El himno del compañero soldador de caños"...

Ordóñez: "La canción de la Federación Nacional de Pelota Paleta" que acabamos de intervenir...

Sotelo: La "Marcha de los astilleros de Perón"...

Comisario: "Los niños de Perón"...

Emilio: También está la marcha "17 de octubre"...

Ordóñez: Y la "4 de junio"...

Sotelo: La "26 de Julio"...

Emilio: Además hay un grupito de 12 canciones dedicadas a cada mes del calendario del trabajador argentino...

Silencio.

Roberto: Son... Son muchas, ¿no?

Ordóñez: El compañero Bolaños es muy prolífico.

Emilio: Sí: seguro que la semana que viene agregamos 10 ó 15 más... Pero por ahora es esto nomás.

Sotelo: Igual, estamos hablando de música simple.

Comisario: Básica...

Emilio se acerca hasta poner su cara casi pegada a la de Roberto.

Emilio: Popular, Roberto.

Pausa. Sotelo se acerca al piano.

Sotelo: ¿Cómo se toca esto?

Sotelo toca las teclas torpemente. Sonido de acordes disonantes.

Sotelo: No anda bien, esta mierda.

Roberto: Déjenme a mí.

Emilio: Te estás agitando, Roberto. Ya habrá tiempo.

Ordóñez se acerca al piano y empieza a tocar lentamente y con un dedo de su mano. Se escucha la música de "un muchacho como yo" ejecutada de un modo básico.

Ordóñez: Miren... Con un solo dedo, pero me sale bastante bien.

Emilio: Usted era músico y no nos dijo nada, Ordóñez...

Sotelo: Y con una mano, ¿eh?

Emilio: Ordóñez podría haber sido un artista. Pero ya ves: tuvo que ir a trabajar. ¡Basta!

Emilio cierra la tapa del piano con violencia atrapando la mano de Ordóñez.

Ordóñez: ¡Me va a fracturar los dedos, señor!

Emilio: A ver si nos dejamos de joder.

Roberto: Y todo esto... Para cuándo les parece...

Emilio: ¿Mañana?

Ordóñez: ¿A la mañana?

Sotelo: ¿Temprano?

Roberto: Pero...

Pausa. Sotelo saca un soplete y lo enciende.

Sotelo: Miren... Traje el soplete del pueblo. ¿Qué pasa si lo acerco al piano?

Roberto: ¡¡¡No!!! ¿Qué va a hacer? ¿Está loco?

Emilio: ¡Sotelo! Ya le dije que no estoy de acuerdo con esos métodos.

Ordóñez: A veces son necesarios, Doctor.

Emilio: No puedo tolerarlos, ya lo sabe.

Pausa.

Emilio: Así que me voy.

Emilio sale.

Ordóñez: Empezá, gorila. Hay mucho trabajo por hacer.

Pausa.

Ordóñez: Oscuridad.

Oscuridad.

 

-Continuará-

* Canciones… obtuvo la Primera Mención en el Concurso de obras inéditas de Teatro 2008 del Fondo Nacional de las Artes. Y busca Director.

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