miércoles, 25 de julio de 2012

Los ojos

ferreyra

Los ojos de Mariano Ferreyra brillan como locos. Es lo que ocurre con los ojos de aquellos que miran al futuro cara a cara. Esos ojos son (eran) los que tienen los pibes que pelean sin dejar de ser pibes, personas. Ojos que uno nunca puede imaginar cerrados. Esos ojos te interpelan en cada afiche, en cada pintada. Esos ojos, claro, desquician a los asesinos.

Como aquellos haces de luz que nos revelan un aire poblado de partículas. Así fue el asesinato de Mariano Ferreyra. Allí estaba todo, tan presente que no nos tomábamos el trabajo de mirarlo: los sindicalistas empresarios, las complicidades del Estado, las prácticas procesistas de la policía, la violencia política agazapada, las barras bravas alimentadas desde los poderes, la miseria mediática. Olvidamos las partículas para poder respirar sin pensar cada bocanada. Pretendemos olvidar también esto. Pero entonces aparece el horror y la imposibilidad de seguir cerrando los ojos. Los nuestros.

Entre un militante de 23 años movilizado para reclamar por la suerte de sus compañeros y un tipo que se enriqueció mientras sus representados quedaban en la calle hay un mundo. Un trayecto infinito que sólo puede unir el violento recorrido de una bala. Así pasó ese absurdo (o más bien lógico) mediodía de octubre del 2010.

Nadie debería ahora darse un baño de indignación primermundista y exclamar que esta clase de crímenes solo ocurren en nuestro país. A esta altura de la historia de la humanidad (y del capitalismo occidental) la aberración ha dejado de ser un hecho fortuito para convertirse en aquella norma subterránea que cada tanto emerge. Lo que sí está claro es que las sociedades son mejores o peores, avanzan o retroceden según la manera en que reaccionen cada vez que estos episodios les estallan en las manos. Si olvidan o recuerdan, si aclaran o si oscurecen, si cubren estos hechos con la noticia siguiente o ponen en fila todas sus (limitadas) posibilidades para hacer Justicia, para reparar, para que se modifique algo de ese orden negro que termina con un pibe cargado de futuro desangrándose en la calle.

Será eso, nada menos, lo que se ponga en juego en los próximos días en un estrado judicial.

De este proceso saldremos con alguna esperanza o derrotados, como tantas otras veces, por las fuerzas penumbrosas que de alguna manera, desde recónditos lugares, gobiernan siempre, gane quien gane. Por eso estaremos atentos, siguiendo expectantes cada hora, cada palabra. Mirando todo de cerca, a través de sus ojos. Por los ojos de Mariano Ferreyra.

3 comentarios:

  1. Alguna vez Sobrero habra mirado asi ?

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  2. Generalmente cuando me tocan leer cosas sobre Mariano,retratando lo que fue y lo que representa y como sus ojos se cerraron pero nos miran, es de personas que compartieron con él la militancia, su lucha. Gente que conoce que Mariano, a pesar de tener solo 23 años era un cuadro,un dirigente del partido. Una persona adorable. Siempre fue Marianito para los compañeros, pero Marianito, se puso al hombro una regional.
    Me encontré ahora leyéndote, tan honesto, tan claro,tan preciso. Vos pudiste ver en los ojos de Mariano que te increpan en la calle lo que Mariano era. Lo que Mariano es. Una persona que luchaba por lo que creía y por los otros.
    Y vos levantás esa bandera a pesar de las diferencias que puedan existir.
    Vos exaltás al Mariano luchador, al Mariano noble.
    Al pibe de 23 años que dejó su vida por gente que tal vez,ni conocía. Que dejó su vida por lograr que se reconozca a trabajadores tercerizados, en este mundo donde la tercerización es una de las mayores alas del capitalismo.
    Los ojos de Mariano se cerraron y los obreros tercerizados del Roca pasaron a planta permanente.
    Los ojos de Mariano siguen abiertos por todos los compañeros que aún hoy siguen en condiciones precarias de trabajo.

    Que los ojos de Mariano te asalten en cada esquina y te recuerden los cómo y los porqué da cuenta que no todo está perdido.

    Gracias, Ale.

    Mariano Ferreyra Presente!

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