viernes, 16 de diciembre de 2011

Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres) 6 *

CTCCSFA 6

06.

Habitación de Roberto. Sotelo está sentado en la cama. Se escucha la canción "Un muchacho como yo" emitida por una radio. Golpes en la puerta.

Sotelo: ¿Quién es?

Pausa.

Sotelo: ¡Quién!

Voz de Emilio: ¿Roberto?

Sotelo: Puta... Ya va. Ahí le abro.

Pausa.

Sotelo: Usted.

Emilio: ¿Roberto no está?

Sotelo: No. ¿Quiere esperarlo?

Emilio: Eh...

Sotelo: Vamos, pase. Tómese unos mates. Su amigo debe estar por llegar.

Emilio: En todo caso yo... No, no cierre la puer...

Sotelo: Son y veinte... En quince minutos está acá.

Pausa.

Emilio: Qué raro que haya salido.

Sotelo: Hoy es miércoles. Tiene conservatorio hasta las 12. Es el único día que sale.

Emilio: ¿Y él sabe...?

Sotelo: ¿Qué?

Emilio: Si él sabe que usted está acá.

Sotelo: ¡Yo tengo la llave! ¿No pensará que la tengo de adorno?

Pausa. Sotelo canta.

Sotelo: Una chica como tú/ que sabe lo que quiero...

¿Un mate?

Emilio: No, gracias.

Sotelo: Vamos, no sea zonzo. ¿No le gusta esta música?

Emilio: Y...

Sotelo: Es alegre, por lo menos. ¿Cómo no le gusta?

Emilio: La letra no me gusta.

Sotelo: ¿Por qué? Explíqueme.

Emilio: Bueno, son gustos.

Sotelo: Usted sabe de esto... Explíqueme. ¿Por qué piensa que es una mierda?

Emilio: Yo no dije eso.

Sotelo: Pero lo piensa.

Pausa.

Emilio: Si quiere que le diga. Me molesta el abuso de rimas consonantes.

Sotelo: ¿Y eso?

Emilio: Esos versos con palabras tan parecidas para que le peguen... "rencor-amor"... Qué sé yo...

Pausa.

Sotelo: Como la marchita.

Emilio: Y sí...

Pausa.

Emilio: Igual, una cosa es rimar "corazón" con "Perón" y otra rimar "claramente" con "definitivamente"... La verdad que para hacer rimar dos adverbios de modo hay que ser bastante hijo de puta...

Pausa.

Sotelo: Igual, ésta es más alegre... Termina bien por lo menos...

Emilio: Puede ser...

Pausa.

Sotelo: A Robertito le gusta el tango, ¿no?

Emilio: Sí... No todo, pero le gusta.

Sotelo: A mí no me va eso... Todo es tan triste...

Pausa.

Sotelo: Ya bastante triste es la vida, ¿no le parece?

Emilio: A lo mejor por eso es triste el tango. Porque habla de nuestras vidas.

Sotelo: Yo no quiero que me hablen de mi vida. Bastante que tengo que vivirla, señor.

Pausa.

Sotelo: ¿Hace mucho que se conocen?

Emilio: ¿Con Roberto? Más o menos... ¿Podría bajar un poco?

Sotelo: Se la apago...

Silencio.

Emilio: No era necesario.

Pausa.

Sotelo: Somos bastante amigos con Roberto... El otro fin de año lo pasó en mi casa, así que fijesé...

Emilio: No sabía.

Sotelo: Y... Con quién lo iba a pasar.

Pausa.

Sotelo: Fenómeno estuvo.

Emilio: Me imagino.

Sotelo: Hicimos un lechoncito.

Emilio: Mire. Qué bien.

Sotelo: Qué rico es el lechón, ¿eh?

Pausa.

Sotelo: Además, nada de carnicería. No señor. Voy al campito de unos amigos y me lo traigo de allá. Usted compra un lechón en la carnicería y no sabe cuánto hace que lo mataron. No sabe si el bicho es sano...

Emilio: No, claro.

Sotelo: ¿Y qué comió? No sabe qué comió el bicho.

Emilio: No sabe...

Pausa.

Emilio: Es raro, ¿no?

Sotelo: Ya debe estar por venir. Habrá ido a comprar algo. Es el único día que sale.

Se escuchan ruidos que vienen de la calle. El chirrido de un auto al frenar. Puertas que se abren y se cierran. Corridas.

Emilio: ¿Qué pasó?

Sotelo: Un procedimiento...

Pausa.

Sotelo: Al horno, es una hora por kilo...

Emilio: ¿Qué?

Sotelo: El lechón: al horno es una hora por kilo. Lleva lo suyo.

Emilio: Sí, sí. Lleva lo suyo. Ya debe llegar, ¿no?

Sotelo: Ojo que también es cómo se lo mata. Es un arte matar un chancho. Usted no es de campo... No sabe. Usted va a la carnicería y pide un lechón. ¿No?

Emilio: Yo, no... En general...

Sotelo: Hay que poner a hervir agua, mucha agua. ¿Me devuelve el mate?

Emilio: Sí, perdón.

Sotelo: Va a necesitar una tabla bien grande o una mesa. Y un palo... Un fierro. Y, fundamental, hay que atar una soga en la pata del chancho. Ya va a ver por qué. No sea ansioso.

Emilio: No, si yo no...

Sotelo: Hay que atarle la pata al chancho. Y lo va arriando hacia el lugar. Tranquilo, con paciencia. Si le tira de la pata, el chancho llora y se le complica todo. Porque el chancho es un animal rebelde. Rebelde y llorón.

Pausa.

Sotelo: Cuando lo tiene sobre la tabla, ahí recién tironea. Y el chancho le tironea también. Porque, ¿sabe una cosa? El chancho no quiere morir.

Emilio: Obvio.

Sotelo: No, obvio nada. Porque un animal como la vaca se entrega a la muerte con... Cómo decirle...

Emilio: Con mansedumbre.

Sotelo: Eso... Con mansedumbre. Me gusta porque usted tiene palabras.

La vaca se entrega a la muerte. Es como un destino. La vaca es un ejemplo. Es sabia. Da todo lo que tiene que dar. El chancho no. Llora. Chilla el chancho. Grita el desgraciado. Pelea el chancho, pelea... Hasta que...

Sotelo da un golpe violento sobre la mesa de luz de Roberto.

Sotelo: ¡Le da el palazo!

Pausa.

Sotelo: A veces no alcanza. A veces hay que darle dos o tres. Pero no para matarlo. Hay que dejarlo medio boludo nada más. Y ahí es cuando le clava la puñalada. Ahí está el arte. La puñalada tiene que ser justo en la arteria. Justo acá, ¿ve? Ahí...

Emilio: ¿Qué hace? ¡Largue!

Sotelo: Tranquilo. Le muestro nada más.

Emilio: Ya entendí.

Sotelo: Acá, es. Entonces se le pone la cabeza colgando de la mesa. Y pone una olla abajo y empieza a recoger la sangre. Y con eso ¿qué hace?

Emilio: No, no sé.

Sotelo: La morcilla, hombre. Pero usted no tiene ni idea. Por eso no hay que matarlo, para que el bicho se desangre, ¿me entiende? Y usted dirá, ¿la sangre no se coagula?

Emilio: La verdad...

Sotelo: Le pone sal. Sal, ¿entiende?

Emilio: Le sacan toda la sangre.

Sotelo: No, toda no. Hay que dejarle algo de sangre. Si no la carne se echa a perder. Además es el jugo. Usted después moja el pancito seguro. ¿Mate?

Emilio: No quiero más, gracias. Me parece que me voy a ir.

Se escuchan disparos en la calle. Hay corridas. Ruido del motor de un auto al ponerse en marcha y arrancar a gran velocidad.

Sotelo: Se acabó todo, ahí.

Emilio: ¿Qué pasó?

Sotelo: Mejor no saber, señor.

Pausa. Sotelo camina hacia delante. Se despega de Emilio. Declama. Emilio mira por la ventana.

Sotelo: Hay un momento que siempre me gustó. Es cuando el chancho empieza a morirse. Pero a morirse de verdad. Hay un temblequeo. Como si se sacudiera el alma del cuerpo. Porque en ese momento, uno juraría que los chanchos tienen alma. Usted le apoya las manos al chancho y nota como que se enfría. Nota cómo se apaga la vida en ese cuerpo. Cuando era pibe, mi papá me obligaba a hacerlo. A poner mis manos sobre el chancho moribundo. Eso y a cortarles los colmillos y caparlos. ¿Sabe lo que es caparlos no? ¡Zás!

Eso se hace como a las dos semanas, cuando todavía son chiquitos. Le digo que si no le corta los huevos al chancho, después está incomible. Tiene un gusto a meo espantoso.

Pausa.

Sotelo: Después, con el agua hirviendo lo va pelando. Y cuando está pelado le saca la cabeza y las patas. Y ahí ya no es un chancho. Ya no lo reconoce. Podría ser cualquier otra cosa. Otro animal. Una máquina.

Pausa.

Sotelo: Cierre la ventana, hombre. Y no llore.

Pausa.

Sotelo: Ahí lo pone boca arriba y le hace unos cortes para sacarle las vísceras. Los intestinos, el hígado, el corazón... Y después va cortando todo: los músculos, los huesos. Todo el cerdo se come... Lo que no se comen las personas, se lo pica y se le da a los animales. O a los pobres.

Emilio: La chica... El auto azul...

Sotelo: No sea sentimental Bolaños.

Pausa. Emilio gira lentamente hasta quedar frente a frente con Sotelo.

Emilio: ¿Y usted cómo sabe que me llamo Bolaños?

Se abre la puerta. Entra Roberto.

Roberto: Oscuridad.

Oscuridad.

-Continuará-

* Canciones… obtuvo la Primera Mención en el Concurso de obras inéditas de Teatro 2008 del Fondo Nacional de las Artes. Y busca Director.

CT (CCSFA) 1

CT (CCSFA) 2

CT (CCSFA) 3

CT (CCSFA) 4

CT (CCSFA) 5

1 comentario:

  1. Excelente .Dramáticos absoluto (Escenas ,palabras,alusiones )Magnífico Quiero más aunq duela

    ResponderEliminar