martes, 6 de octubre de 2009

4 de octubre del 2009

Podría hablarse de coraje, coherencia y generosidad artística. Pero para qué insisitir con la terminología que agotan las necrológicas.
Podría fracasarse en el intento de ponerle palabras a lo que no se puede. Pero para eso (fracasar, siempre) están los críticos musicales. Y los otros.
Sólo diré que nos enseñó que el folclore no tenía por qué ser 4 viejos de poncho y botas gritando con aliento a tinto. Y también, que la primavera democrática del 83 arrancó, al menos en mi casa, el día que alguien le regaló al marido de mi vieja el casette de Mercedes Sosa en el Ópera.
Adiós, querida.

2 comentarios:

  1. no te hacia escuchando esta musica....
    tengo algo para regalarte la prox que nos veamos. espero que sea en una oficina mas digna.... =)
    beso!
    paula k.-

    ResponderEliminar
  2. El camino que va entre Frank Zappa y Liliana Herrero es abierto y luminoso. Características que, es verdad, no reúne mi oficina. Espero que eso cambie pronto.
    Beso

    ResponderEliminar