jueves, 1 de octubre de 2009

Bolaños


Bolaños siempre sintió que el árbol no le dejaba ver el bosque. Era una idea que había crecido en su interior, como un árbol (otro árbol), sin que él pudiera establecer con precisión si –incluso– no era previa a su propia existencia. Es decir, si a la idea en cuestión no le habría crecido, en determinado momento, un Bolaños.
Con el tiempo, la impresión de que el árbol no le dejaba ver el bosque fue convirtiéndose en una certeza para Bolaños. Luego, en una obsesión.
Bolaños sentía que su realidad no era más que un universo fragmentado por la presencia de aquel maldito árbol que se interponía entre su persona y el dichoso bosque.
Cuando llegó a ese momento de la vida en que las personas deciden que hay que tomar el toro por las astas, aún sin saber que es un “asta”, Bolaños decidió hacer lo propio. El personal de seguridad de la 15ta exposición rural logró detenerlo justo cuando intentaba introducirse en el stand de los bovinos –con un diccionario bajo el brazo– para apresar a un toro por la zona de los cuernos.
Habiendo fracasado en este intento, Bolaños sintió que al menos debía resolver sus cuestiones con el árbol y con el bosque y el por qué lo primero no le dejaba ver lo segundo. No podía permitirse otro error así que analizó el asunto en todas sus implicancias. Se le presentó entonces un interrogante crucial: de todos los árboles que conocía (e incluso de los que ignoraba) ¿cuál sería en realidad aquél que le estaba impidiendo ver el bosque? Llegado a este punto, Bolaños optó por el método deductivo: cuando inmediatamente después de terminar con un árbol consiguiera ver un bosque, podría inferir que el árbol caído era el indicado. Bolaños siempre fue un sujeto transgresor por lo que ya tenía decidido desoír todos los lugares comunes al respecto y aprovechar el árbol caído para hacer leña ya que esa sería una buena manera de afrontar los gastos de una operación cuyos costos resultaban incalculables.
Todo parecía resuelto. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no era así. Si esta idea de que el árbol le impedía ver el bosque se remontaba al principio mismo de su vida (o incluso antes) era obvio que Bolaños jamás había visto un bosque. Por lo que ¿cómo iba a reconocerlo cuando lo viera? Y si era incapaz de reconocerlo, ¿cómo se daría cuenta de que estaba haciendo leña del árbol correcto y no de un impostor? Pero Bolaños no era un tipo de ahogarse en un vaso de agua. De chico había aprendido a nadar en la colonia del colegio y –por lo demás Bolaños odiaba el agua por lo que nunca enfrentaba tal peligro. Él siempre bebía uno o dos vasitos de vino a la hora de la cena. Y nadie escuchó nunca de alguien que se ahogara en un vaso de vino tinto. Y mucho menos en dos, dado que resulta imposible ahogarse más de una vez. Por eso, enseguida le encontró la vuelta al asunto y se dijo: “soy un tipo bastante vivido, he viajado, he pasado por circunstancias diversas, podría decirse que lo he visto casi todo a lo largo de mi vida. Por tal motivo, cuando me encuentre con algo que me parezca totalmente nuevo, ¿cómo no habría de darme cuenta?” Dicho esto, Bolaños supo que había llegado la hora de pasar a la acción. Se dirigió a un comercio cercano y con los ahorros de toda su vida adquirió una motosierra Pouland 3500 con la que emprendió –bajo la impronta del ensayo y el error– una sistemática amputación de cuanto árbol tuvo a su alcance.
Tras derribar el primer árbol, no ocurrió nada especial pero Bolaños no se desanimó.
Al derribar el segundo árbol, éste cayó encima de un automóvil que estaba estacionado en las adyacencias del mismo y le aplastó el techo. El dueño del vehículo salió a increpar a Bolaños pero como éste ya conocía la furia, el enojo y los intentos de agresión verbal supo enseguida que nada de eso era lo que la gente denominaba “bosque”, por lo que entendió que debía seguir en su búsqueda del conocimiento.
A la semana de ir podando árboles por ahí, Bolaños vio que se mostraba una foto suya en la televisión. Pero como –efímeramente Bolaños ya había conocido la fama, supo que esta no era el “bosque”.
Finalmente, una mañana, Bolaños cumplía con su tarea de hacer caer árboles cuando fue sorprendido por un patrullero que venía siguiéndole la pista desde hacía unos 400 árboles. Bolaños fue esposado y conducido a prisión, un sitio en el que jamás había estado antes. Bolaños fue hallado culpable de varios delitos y cumple desde entonces una larga condena. Esta circunstancia lo entristece, aunque no tanto como el creer que finalmente el “bosque” resultara un lugar tan pero tan sórdido.

1 comentario:

  1. El cuento me recordó la teoria de Elbosnio y la Mak del pisado de jardines .solo q esta teoria tuya tiene un final escéptico,

    ResponderEliminar