martes, 8 de diciembre de 2009

Cómo es


1.


¿Usted ya estuvo muerto?

Varias veces.

¿Y cómo es?

Nada del otro mundo.

Uno siente mucha paz, ¿no?

No. Que yo recuerde.

¿Y hay un túnel?

¿Un túnel largo?

Sí.

No, no hay.

¿Y corto?

No. Tampoco.

¿Sintió una voz que lo llamara por su nombre?

Para nada.

Pero seguro vio una luz.

Ni ahí.

¿Vio a algún pariente que estuviera muerto?

No.

¿Y a algún amigo que ya estuviera muerto?

No.

Y...

Conocidos tampoco.

¿Tampoco?

No.

Habrá sentido que flotaba, por lo menos.

Creo que no.

Pero seguro experimentó esa extraña sensación de que el alma se está separando del cuerpo.

¿Qué alma?

...

...

Entonces... No sintió nada.

En absoluto.

Bueno. Gracias por su tiempo. Puede irse.

¿Ya está?

Sí. A la salida presenta este talón sellado, ahí le pagan y le convidan un cafecito.

Gracias. Adiós.

¡¡¡Ciento veintiocho!!!

Sí. Soy yo.

Buenos días. Tome asiento, por favor.

Gracias.

¿Estuvo muerto alguna vez?

Sí. Un par.

¿Y cómo es?



2.


Bernstein cargó una flamante Magnumm y la introdujo en la boca de su madre.

Hablando con dificultad, su madre le preguntó si estaba loco, si no se daba cuenta de que el caño de esa pistola podía estar sucio, que vaya a saber uno quién había sido el dueño antes, si no se le dio por pensar que tal vez esa arma ya había estado en la boca de algún desconocido, probablemente con halitosis o peor aún: con caries.

Bernstein le pidió disculpas a su madre y le prometió que sería la última vez.



3.


¡¡¡Ciento cuarenta!!!

Es mi número.

Adelante. Siéntese, por favor.

Gracias.

¿Estuvo muerto alguna vez?

Contando la de hoy a la mañana, dieciocho veces.

¿Y cómo es?

Es como ingresar en otro universo. Un mundo paralelo que es como éste salvo por una cosa: el café es gratis. Todo el mundo toma café y más café. Y eso va alterando el carácter de las personas más y más hasta enloquecer. Ya nadie duerme. Ya nadie se comunica de otro modo que no sea a través de gritos. Es horrible. ¡Horrible!

Le pido que se calme.

No puedo: estuve allí dieciocho veces.



4.


Los habitantes del antiguo imperio Tolomeno, desmembraban a sus muertos en porciones cada vez más pequeñas para poder introducirlos en cajitas de fósforos. Esto es verdaderamente curioso, dado que los habitantes del antiguo imperio Tolomeno desconocían la existencia del fuego.


Los sacerdotes de la religión Menyú, en la civilización de los Porok, Siglo VI antes de Cristo, acostumbraban mantener relaciones sexuales con los cadáveres de las mujeres jóvenes.

Acostumbraban decir que de esa manera facilitaban su acceso al paraíso.

Acostumbraban mentir.


Según se desprende de registros pictóricos prevenientes de Asia, los bemeractas, habitantes de la región meridional del río Colirio, se negaban a deshacerse de sus familiares muertos y solían vestirlos, asearlos e invitarlos a ceremonias danzantes hasta que la putrefacción les impidiera trasladar el cadáver de un modo más o menos higiénico.


Los antiguos habitantes de la llanura del Bolosfo, simplemente no morían.



5.


Usted ya estuvo muerto, ¿verdad?

Una que otra vez.

¿Y cómo es?

Espantoso.

Descríbalo.

Hay una silla frente a un escritorio. Y del otro lado, un tipo que hace preguntas.


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