Una oficina de muebles blancos y plasmas. Sentado en el escritorio, Salomone: un hombre obeso con barba candado. Tiene unas planillas con números abiertas sobre el escritorio. Juguetea con blisters de analgésicos, antiácidos y antiinflamatorios. Pérez, calvo y con bermudas, escribe mensajes en su celular. Se abre la puerta. Entra Samuel Beckett. Pérez cierra el celular.
Pérez: Salomone… Llegó el artista.
Pérez patea una silla con rueditas para acercársela a Beckett que se sienta. Salomone levanta la mirada.
Salomone: Ah… Por fin… ¿Café?
Beckett niega con la cabeza. Salomone levanta el teléfono.
Salomone: Chiquita: me traés un café con leche con 3 medialunas de manteca… Sin almíbar, por favor… Y un jugo… Dale.
Pérez: Para mí…
Salomone corta.
Pérez: Para mí nada…
Silencio prolongado.
Salomone: Acá estamos viendo su… “obra”… ¿Ya leyó los numeritos?
Beckett niega con la cabeza.
Salomone: ¿De qué nos disfrazamos, Beckett?
Pérez: Nos dejaron 27 puntos… Y lo bajamos a 2… ¡¡¡Dos!!!
Salomone: Y bajando… Si el programa duraba un minuto más llegábamos al rating negativo… ¿Está feliz, Beckett?
Beckett niega con la cabeza.
Salomone: Cuando recibí el guión vi el título y le di para adelante… Qué sé yo… Llámelo intuición… Andábamos necesitando un programa con gerundios… Siempre les va bien. No sé: Patinando… Cantando… Bailando… Hasta a Almorzando le va bien… ¡Yo quería mi gerundio!
Pérez: Salomone conoce todos los verboides…
Salomone: ¡Por eso compré la idea! ¡Esperando a Godot!... ¡Qué hijo de puta! ¡Esperando que pase algo…! ¡¡¡Algo!!!
Beckett levanta sus ojos y mira en un plasma un concurso de embolsados.
Salomone: Yo tendría que mandarlo a la mierda a usted y al boludo de Pérez que no me dijo que esto era un muerto…
Pérez baja la cabeza.
Salomone: Pero ¿Sabe qué?... Tengo un león en el departamento de internacionales y —no me pregunte cómo— le vendimos 230 capítulos de esta poronga a Bielorrusia… ¡Como lo oye! Así que lo vamos a seguir…
Pérez: Además ya gastamos en el árbol ese… Tuvimos que contratar un tipo de arte que nos mató… En el canal no había…
Salomone: Lo vamos a seguir, pero hay que cambiarle algunas cositas. Pérez se reunió con nuestro equipo de creativos y trajo algunos tips…
Beckett se mira una mancha en la punta del zapato.
Pérez: Lo primero es el título, Beckett… Un focus group de
Salomone se ríe.
Salomone: ¡Qué hijos de puta! ¡Buenísimo!
Pausa. Beckett intenta descalzarse. Se esfuerza haciéndolo con ambas manos, fatigosamente. Se detiene, agotado, descansa, jadea, vuelve a empezar. Salomone y Pérez lo miran. Se miran entre ellos.
Pérez: Vamos a apuntar al público infantil poniendo un animalito… Pensamos en reemplazar el personaje de Lucky por un burro… Además nos ahorramos un billete…
Salomone: Ese hippie casi no habla y cobra una fortuna.
Pérez: El burro además nos permite llegar al segmento que quiere ver algo picante…
Salomone: Imagínese la cantidad de chistes que pueden hacer los dos payasos sobre la dotación del burro… ¿Definimos el tema de los reidores, Pérrez? Eso levanta…
Pérez: Estamos averiguando cuánto sale…
Beckett se encarniza con su calzado.
Salomone: Contale de la minita…
Pérez: Ya llegaba a eso. Decidimos cambiar a uno de los protagonistas por una actriz joven… En ascenso… Con formación… teatral.
Salomone: Y lindas tetitas.
Pérez: Nos da algo de tensión sexual… Y la subtrama amorosa, que andaba faltando.
Salomone: Y lindas tetitas…
Beckett, como recompensa a su gran esfuerzo, logra descalzarse. Mira el interior de su zapato, pasa la mano por el interior, le da vuelta, lo sacude, busca en el suelo por si ha caído algo, no encuentra nada, y vuelve a pasar la mano por el zapato, la mirada vaga.
Pérez: Tenemos muchas ideas más: un par de canciones donde comentamos la actualidad… La posibilidad de un concurso para que el público decida cuál de los personajes sale de la obra… Ah… Y hay un temita con el final.
Beckett se examina el pie. Lo agita, moviendo los dedos para que el aire circule mejor entre ellos.
Pérez: A ver… Cómo decirlo…
Salomone: Simple, Beckett: esto no es teatro donde la gente puede pagar una fortuna para ir a ver algo que nunca pasa. Necesitamos que pase. Y que sea bueno… Así que…
Pérez: Godot aparece.
Salomone: Ojo: estamos pensando en un buen cameo… Un cómico, el 9 de Boca, un imitador de un político en campaña… Ya veremos. Pero precisamos algo contundente.
Beckett se quita el otro zapato. Camina hacia una ventana con los zapatos en la mano. La abre. Mira el cielo. Gira la cabeza y mira hacia los otros dos.
Beckett: No hablemos mal de nuestra época, no es peor que las pasadas.
Pausa.
Beckett: Pero tampoco hablemos bien.
Pausa.
Beckett: No hablemos.
Beckett pone un pie en el borde de la ventana. Salta al vacío. Ruido de chapa. Pérez se asoma a la calle. Se toma la cabeza.
Pérez: Salomone… Te hundió el techo del JAGUAR…
Silencio.
me hiciste reir un lunes!!!
ResponderEliminara proposito... viste que se editaron unas cartas de beckett? lei algunos pedacitos por ahí y me parece que valen la pena...
beso! y agregado a favoritos!
paula.-
Ufa! Me ganaron otra vez...nadie recordará jamás al segundo comentario de este blog. Desde los campos del sur del conurbano (Canning) vaya aquí mi saludo y los mejores auspicios (no comerciales; lo lamento). Abrazo. Barton.
ResponderEliminar¡¡Merde en este nuevo espacio!!
ResponderEliminarPresiento que el Maestro Beckett hubiera estado en franca meditación al respecto no sin antes enviar una carta a la fábrica de zapatos o, por defecto, escribir una sinopsis del próximo culebrón "Los zápatos de los zátrapas"
Abrazo amigo y un placer compartir senderos creativos.
gabiana
Gracias por hacerme pasar (lástima que no hayas hecho un mísero choripán pa convidar) Beckett estaría contento... de no haber conocido los blogs...
ResponderEliminarUn abrazo Ale
Me da lástima por Beckett, de todos modos hay que decir que un programa como "Esperando a Espisicucci" se escribe solo. Pero un blog no... ¿Ya sabés del lío en qué te metiste?
ResponderEliminar¡Mucha merde!
Rapo