jueves, 14 de julio de 2011

Moverse en el lugar

bicicleta fija2

 

Pasillo de un centro comercial. Sobre una plataforma hay una bicicleta fija, un equipo para hacer ejercicios de brazos y una cinta para correr. Sobre la bicicleta está Jorge. Es un hombre de unos 30 años con aspecto atlético y musculoso. Tiene pelo corto, mojado. Sobre la cinta está Fabio: un hombre de 45 años, escaso pelo y gordo. Sobre el aparato del centro está sentado Marcos, un hombre de unos 70 años. Tiene los brazos abiertos, la cabeza volcada hacia un costado, pelo canoso y los ojos en blanco. Los tres visten pantalón de jogging rojo y remeras blancas. Jorge y Fabio se mueven acompasadamente. Silencio.

Jorge: No aguantó.

Fabio: No podía.

Jorge: No quiso.

Fabio: No supo.

Silencio.

Jorge: Estaba viejo.

Fabio: Fuera de estado.

Jorge: Estaba loco.

Fabio: Rojo. Estaba rojo.

Silencio. Se detienen.

Fabio: ¿Cuánto tiempo pasará antes de que empiece a despedir olor a muerto?

Jorge: Mientras esté el aire prendido, puede durar días.

Fabio: ¿Cómo sabés?

Jorge: La última vez fue durante las fiestas. Así que no podíamos parar. Un tipo estuvo así hasta el 31. El primero de enero lo recogieron los de limpieza.

Fabio: ¿Laburan el primero?

Jorge: Ellos sí.

Fabio: ¿Y no había olor?

Jorge: Esto es una heladera, man. ¿Sabés la cantidad de gente que debe estar muerta y nadie se da cuenta?

Silencio. Se mueven acompasadamente sobre sus aparatos.

Fabio: No tendrían que haberlo tomado.

Jorge: Fue su responsabilidad

Fabio: Fue una locura. Fue inhumano.

Silencio. Se detienen.

Fabio: ¿Alguien lo revisó?

Jorge: No hay médicos acá. Ese de blanco es un actor desocupado haciendo una promoción de laxantes.

Fabio: Los bolsillos digo yo. Si alguien le revisó los bolsillos.

Los dos inclinan su cuerpo y estiran la mano más próxima al cadáver. Lo rozan.

Jorge: Imposible.

Fabio: Si me levanto un poco.

Jorge: ¡No!

Fabio apoya un pie en el piso. Suena una alarma. Lo sube inmediatamente. Silencio.

Fabio: Imposible.

Se mueven los dos acompasadamente.

Fabio: No se puede.

Jorge: Hasta que esto no cierre no se puede.

Fabio: Cuando se corta el aire.

Jorge: Cuando pasan los de limpieza.

Fabio: Y se llevan todo.

Jorge: Hay que salir rápido.

Fabio: ¡Ellos son los que revisan los bolsillos de los empleados muertos! ¡Deben ser ricos!

Jorge: Es la ley. De eso viven.

Suena una alarma. Se detienen.

Voz de los altoparlantes: Atención. Atención. Goodlife Hermanos anuncia sus espectaculares ofertas en las góndolas de psicofármacos. Durante los próximos 30 segundos, llevando 15 productos pagan 14… Son 30 segundos a partir de... ¡Ahora!

Jorge y Fabio andan a toda velocidad en sus aparatos.

Jorge: ¿Es la última oferta del día?

Fabio: Habría que ir… Hacerse una escapada.

Jorge: No se puede. Tiene que haber por lo menos dos tercios de los empleados en cada puesto. Está en el contrato.

Fabio: Si este viejo no la hubiera palmado.

Jorge: Hijo de puta.

Pausa. Fabio se detiene.

Fabio: ¿Vos firmaste un contrato?

Suena una alarma.

Voz de altoparlantes: ¡Terminó! ¡La oferta de medicamentos terminó! Pero aguarde, en cualquier momento hay más…

Ruido de interferencia en el altoparlante. Silencio. Se mueven los dos acompasadamente.

Fabio: ¿Cuánto hice ayer?

Jorge: ¿Ayer? 20 segundos…

Fabio: Tomame el tiempo.

Fabio corre a toda velocidad.

Fabio: ¡Tomame! ¡Tomame!

Jorge resopla y acciona unos botones de un moderno reloj que lleva en su muñeca izquierda.

Fabio: ¿Y ese reloj?

Fabio va aminorando su marcha.

Fabio: ¿Nuevo?

Jorge: Vas lento. Lento.

Fabio: ¿Es nuevo ese reloj?

Jorge: Un desastre, man. Sos una tortuga.

Fabio se detiene.

Fabio: ¡Es el reloj del muerto!

Jorge se detiene.

Jorge: ¿Qué decís?

Fabio: Sí: es el reloj del muerto.

Jorge: ¡Mirá la gorda que va allá! ¿Qué se puso?

Se ríen. Andan acompasadamente sobre sus aparatos.

Jorge: Parece un matambre.

Fabio: ¡Vaca!

Jorge: Lo que pasa es que la gente no se cuida.

Fabio: Así no se puede.

Jorge: ¿Y la calidad de vida?

Fabio: Eso…

Silencio. Fabio se detiene.

Fabio: Creo que me quedé dormido unos segundos. Ahí se lo afanaste.

Jorge se detiene.

Jorge: ¿Qué decís?

Pausa.

Fabio: ¿Cómo pudiste?

Jorge: Es un muerto. ¿Qué hay?

Fabio: Pero cómo pudiste… Sin que sonara la alarma.

Jorge: Son años.

Pausa. Se mueven acompasadamente sobre sus aparatos.

Jorge: Mirá aquél.

Fabio: ¿Cuál?

Jorge: ¡El viejo!

Fabio: ¿Cuál?

Jorge anda cada vez más rápido.

Jorge: El viejo… El de la piel rugosa. El que babea. El que lleva prótesis dental. El que camina encorvado… Arrastrando los pies. Lento. Muy lento. El del olor a cómoda. Y aliento rancio. El que casi no ve.

Jorge se agita. Respira con dificultad.

Fabio: No veo a nadie.

Jorge: ¡Viejos! ¡Viejos de mierda! ¿Para qué quieren seguir viviendo así?

Se detiene. Recupera lentamente su respiración normal. Silencio. Andan acompasadamente. Fabio mira al muerto.

Fabio: ¿Tendría familia? ¿Amigos? ¿Una casa?

Se detienen. Silencio.

Jorge: No creo.

Andan acompasadamente sobre sus aparatos.

Fabio: ¿Te quedaron vitaminas por casualidad?

Jorge: ¿Otra vez pidiendo? No. No me quedaron.

Fabio: Tenías un montón. Vos ganás más.

Jorge señala el muerto.

Jorge: Se las di a este.

Fabio: ¿Todas?

Jorge: Sí. Se las cambié por el reloj. ¿No está buenísimo?

Jorge extiende su mano izquierda hacia Fabio. Fabio mira el reloj. Pausa.

Fabio: ¡Groso!

Pausa.

Fabio: ¿Y se las tomó todas?

Pausa.

Jorge: ¡Fue su responsabilidad!

Se detienen. Silencio.

Jorge: Uy… Mirá ese: le falta un brazo.

Fabio: ¡Boludo!

Andan acompasadamente.

Jorge: Cómo se puede vivir así.

Fabio: No se entiende.

Oscuridad.